sábado, 16 de noviembre de 2019

UN CASO CLÍNICO ALECCIONADOR


RECUERDOS DE LOS HOSPITALES DE MOSCÚ
(Un caso clínico sin salida pero aleccionador)

Edgardo Malaspina




1
En aquellos viejos tiempos moscovitas, como residente recién llegado al hospital,  me correspondió, al momento de realizar la distribución de los pacientes, una enferma terminal. Recibí la historia clínica y me dirigí a la sala respectiva para empezar a entender la frase, escuchada alguna vez de boca de  viejos maestros, de que cada médico, con el tiempo,  tendrá su cementerio privado.
2
La paciente E era una mujer joven, tendría un poco más de treinta años, delgada, cuyo rostro, amarillo y  desfigurado por la enfermedad mortal, tenía trazos, sin embargo, de una otrora belleza. Cáncer del hígado con metástasis, rezaba el diagnóstico. Cuando me entrevisté con ella estaba desorientada. Luego cayó en un estado de sopor por la encefalopatía: su  cerebro estaba envenenado con las toxinas que el hígado no procesaba. Dormía la mayor parte del tiempo y recibía tratamiento intravenoso.Un día entré a la sala y la encontré sentada en la cama  conversando animadamente con sus compañeras de infortunio. Le hice algunas preguntas, medí su tensión arterial, tomé su pulso , palpé su abdomen y la ausculté.  Estaba de buen humor.Voy al baño, me dijo, y salió muy erguida y con paso firme ante el asombro de los colegas que se encontraban en el pasillo.
3
Corrí hasta la oficina del profesor Alpidovski, el docente que coordinaba nuestras pasantías, y le expliqué, sin ocultar mi alegría, todo lo referente a la paciente E. Alpidovski se quedó pensativo, frunció el seño y se acarició la barbilla limpia (creo que se afeitaba todos los días), gesto que le era típico cuando se discutía algún caso clínico, y dijo:
-No son buenos síntomas. El organismo de E está concentrando todas sus fuerzas para dar la última batalla, y la perderá. Eso será pronto.
4
A los pocos días murió E; y yo, luego de muchos años de práctica médica, entendí, cabalmente y sin ambigüedades,  el significado del refrán popular, lleno de sarcasmo pero también de sabiduría , de que “todo el que va a morir, patalea”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario